Porque el hambre no toma receso ni en Navidad

NUEVA YORK – Un ejército de voluntarios no solo brindó el regalo de su compañía a ancianos sin familia, también una ola de bondad y esperanza en uno de los días más emotivos del año. En lugar de abarrotar las tiendas para la compra de regalos, estos neoyorquinos optaron por colmar estómagos y corazones.

Los voluntarios de la organización de Citymeals on Wheels aprovecharon su mañana de Navidad para entregar alimentos calientes a decenas de ancianos confinados en sus hogares, asilos y centros de cuido.

Se prepararon 22,000 comidas que se entregarán a lo largo del martes en toda la ciudad de Nueva York.

Parte de la comida se preparó en la Trevor Day School en Upper East Side, que donó su espacio de cocina y cafetería a Citymeals on Wheels, lo que permitió cocinar más de 400 comidas.

Algunos de esos alimentos se cocinaron para ser entregados a ancianos sin familia en hogares, asilos y centros de cuido, y el resto se servirá como parte de una fiesta navideña.

Jeffrey Stewart, el chef en jefe y uno de los voluntarios, cocinó papas, macarrones con queso y muchos otros platos deliciosos listos para ser empaquetados y entregados a las personas mayores confinadas en sus hogares, quienes están solos en el mundo o sus familias están lejos.

Stewart, quien se unió a Citymeals hace 30 años, dijo tener una conexión personal.

"Mi abuela me crio, así que sé cocinar gracias a ella y sé como divertirme con los adultos mayores, es maravilloso para mí", expresó el chef evidentemente conmovido.

Mientras tanto, Jaeson Europe, asistente del chef, dijo que la noble acción lo toca profundamente.

"Si estos abuelos no pueden salir de casa o están solos, al menos tendrán una comida casera para celebrar”, dijo Europe.

Rachel Sherrow, de Citymeals of Wheels, también destacó la importancia del programa.

"Más del 40% de nuestros vecinos están solos, muchos rara vez dejan sus hogares", comentó Sherrow. "Entonces, esto es realmente importante para que podamos decirles “hola” y darles un abrazo".

Los voluntarios fueron de un apartamento a otro como si fueran Papá Noel para entregar amor y comida a sus vecinos más vulnerables, además de obsequiar tiempo y una buena charla, pues muchos de estos abuelos no han conversado con alguien en bastante tiempo.

“Les gusta compartir con nosotros lo que experimentaron a lo largo de sus vidas y en sus profesiones. Podemos aprender de sus valores. Es hermoso”, dijo la voluntaria Melissa O'Dell.

Algunos de los voluntarios empezaron a cocinas desde las 4:00 a.m. hasta horas de la tarde. Puede que sea un día largo y agotador, pero aseguran que están felices de hacer tan noble acción.

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