Más entierros tras la masacre

NUEVA YORK - Dan el último adiós a otros dos pequeños de la masacre en Connecticut.

Mientras la nación trata de recuperarse de una de las peores masacres de la historia de Estados Unidos, la pequeña ciudad de Newtown enterrará este martes a Jessica Rekos y James Matti, de seis años.

La familia describió a Jessica como una “niña hermosa y creativa” la cual amaba los caballos, en inclusive sus padres le habían ofrecido uno cuando alcanzara la edad de 10 años.

Por su lado, James amaba los deportes, las matemáticas, usaba camisetas y pantalones cortos sin importar el clima, según sus seres queridos. Recientemente el pequeño James usó sus ahorros para comprarle una jarra a su abuelo como regalo de navidad.

Este lunes se llevaron a cabo los primeros servicios fúnebres de Jack Pinto y Noah Pozner, ambos también de seis años.

Los habitantes de Newtown volvieron a mostrar su incondicional apoyo a las familias de las víctimas reuniéndose masivamente a las afueras de la casa de funerales Honan, donde se llevaba a cabo un servicio en memoria del pequeño Pinto, un fanático del jugador de fútbol americano Víctor Cruz, de los New York Giants.

En su honor, Cruz escribió el domingo en una de sus botas "Jack Pinto, mi héroe" y en otra "R.I.P Jack Pinto".

Para celebrar su corta vida, algunos de los que allí se reunieron este lunes se vistieron con sudaderas de ese equipo de fútbol americano, y, de nuevo a pesar de la lluvia y el frío, ofrecieron su cariño a los familiares de las víctimas con velas, osos de peluche y mensajes de apoyo.

Tras la ceremonia en esa casa de funerales, que celebrará al menos otros once velatorios en los próximos días de las víctimas de la matanza, el pequeño cuerpo de Pinto fue enterrado en el cementerio Newtown Village Cemetery.

También muchos se congregaron a las afueras de la casa de funerales Abraham L. Green and Son, en la vecina Fairfield, donde se celebraba el servicio en memoria de Pozner, quien, según su tía, podía "conseguir lo que quisiera simplemente con batir sus largas pestañas y mirarte con sus grandes ojos azules".

El triste proceso continuará con el velatorio de James Mattioli, de seis años, que será enterrado mañana al igual que Jessica Rekos, de su misma edad, mientras que para el miércoles están previstos los de los pequeños Chase Kowalski y Catherine V. Hubbard, así como de la directora del colegio, Dawn Hochsprung, y la profesora Victoria Soto (esta última en la cercana Stratford).

Mientras tanto, las escuelas seguían hoy cerradas por la tragedia del viernes, cuando el joven Adam Lanza, de 20 años, disparó hasta en cuatro ocasiones a su madre en la enorme casa de Newtown en la que vivían y después se dirigió al colegio Sandy Hook, donde acabó con la vida de otros seis adultos y 20 niños de 6 y 7 años.

Mañana se reanudarán las clases en los colegios de la zona, pero no en Sandy Hook, que sigue siendo una escena del crimen bajo investigación y que podría no volver a abrir sus aulas jamás, por lo que sus estudiantes serán trasladados a un centro de primaria cercano.

La tragedia ha reabierto, además, el debate en Estados Unidos sobre la seguridad en los centros de enseñanza y en concreto sobre la necesidad o no de armar a sus guardias de seguridad, un extremo sobre el que los ciudadanos de Newtown tenían hoy opiniones encontradas.

"Hay diferencias, hay gente que no querría tener a alguien armado en el instituto, pero también es verdad que podría tranquilizar las cosas ahora", dijo hoy a Efe Jamie Dunkin, de 16 años y estudiante del centro de enseñanza media de Newtown, donde se celebró el domingo la vigilia con el presidente de EEUU, Barack Obama.

Desde uno de los memoriales que se han creado en esta población para recordar a las víctimas del tiroteo, Dunkin reconoció que mañana sentirá "algo de miedo y nervios" cuando tenga que volver a clase "porque todo es posible, puede haber imitadores y hemos visto otros colegios cerrándose porque está pasando lo mismo".

Precisamente hoy las dos escuelas de la localidad de Ridgefield, también en Connecticut, tuvieron que cerrar brevemente cuando los vecinos alertaron a la policía de la presencia de un hombre sospechoso que parecía portar un rifle en el hombro, aunque el incidente resultó ser una falsa alarma.

"No importa si es una escuela primaria, media o una universidad, (los guardias de seguridad) deberían estar siempre armados porque nunca sabes lo que puede pasar", dijo también a Efe Vicky Alevreas, una madre de 34 años que viajó desde el neoyorquino barrio de Queens hasta Newtown para ofrecer su apoyo a los afectados por la masacre.

Mientras tanto, la policía continúa con la investigación para tratar de esclarecer qué ocurrió exactamente el pasado viernes y anunció que son dos, y no uno como se había dicho inicialmente, los adultos que resultaron heridos en el colegio Sandy Hook durante el tiroteo.

"Los investigadores hablarán con ellos cuando estén recuperados y arrojarán mucha luz sobre los hechos y las circunstancias de esta trágica investigación", dijo hoy en una rueda de prensa el teniente Paul Vance, de la policía estatal de Connecticut.

El gran interrogante sigue siendo todavía qué motivo llevó a Adam Lanza, un joven "brillante" pero "callado y tímido", como le han definido a Efe sus conocidos, a cometer el pasado viernes esta terrible matanza.

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