Hay quienes creen que el decremento del precio de la gasolina es un alivio para el bolsillo de los estadounidenses en medio de un tsunami de desempleo y carencia, pero el abaratamiento del combustible es en realidad un indicador sombrío para la economía nacional.
La cotización del barril de crudo del West Texas Intermediate (WTI) cayó el lunes a valores negativos por primera vez en más de dos décadas debido al desplome de la demanda durante la pandemia de coronavirus. El desplome afectó a la Bolsa de Nueva York, que cotizaba en rojo.
El WTI es un conjunto de varios petróleos crudos extraídos y procesados en suelo estadounidense. En general se refina en el Medio Oeste y en la costa del golfo de México. Las siglas WTI se utilizan como referencia principal en el mercado petrolero de los Estados Unidos.
El petróleo estadounidense cayó más del 30% por debajo de los $ 13 el barril, esto debido al desplome de la demanda mundial a causa de la pandemia.
El WTI se situó en $12.41 la unidad antes del mediodía del lunes, su nivel más bajo desde 1999. Para comprender mejor el contexto basta recordar que en 2011 el barril de crudo valía $114. Asimismo, el barril de Brent del Mar del Norte, referencia para el mercado europeo, se situó en $ 27.01 el barril.
Si bien los consumidores se benefician de la caída de precios de los combustibles debido a que el mercado minorista estadounidense reaccionan de forma directa a la oferta y la demanda, es probable que cualquier disminución en los precios del combustible implique un debacle económico.
Es natural el desplome de precios. Existe exceso de oferta en función de la escasez de compradores debido a la cuarentena, incluso la Agencia Internacional de la Energía (AIE) advirtió la semana pasada que el 2020 sería el peor año de la historia para la materia prima.
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La AIE se refirió al presente mes como "abril negro" y alertó de que la sobreoferta pondría a prueba la capacidad mundial de almacenar crudo, con el riesgo de que la saturación en algunos yacimientos obligue a parar la producción, lo que ya enfrenta el país.
Los precios del petróleo no registraban un desplome similar desde la guerra del Golfo de 1991 contra Sadam Husein.
Incluso los bancos se vieron obligados a hacer una revisión contable de sus préstamos a la industria petrolera ante la depreciación de los activos, con unas provisiones de 1.000 millones. Muchos de los productores tienen líneas de crédito a 30 años.
Los analistas creen que el efecto será devastador, puesto que en los Estados Unidos la extracción de petróleo es demasiado cara y la mayoría de las empresas productoras están endeudadas. La insolvencia entre estas compañías podría convertirse en un problema a largo plazo.
