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Qué es la “caminata del perpetrador” y por qué es tan usual en NYC

La también llamada alfombra azul de la policía se popularizó en la década de 1980 en NYC, aunque ha sido criticada y cuestionada.

Telemundo

La Ciudad de Nueva York y toda la nación se vieron bombardeadas esta semana por imágenes de David Bonola, acusado de asesinar a sangre fría a una madre de dos adolescentes de 13 y 17 años de Queens. 

Bonola, de 44 años, habría mantenido una relación intermitente de dos años con la víctima, Orsolya Gaal. Según la investigación, el sujeto le asestó casi 60 puñaladas tras una discusión que llevó a un enfrentamiento físico. La policía informó que Bonola enfureció cuando Gaal terminó la relación. 

En las imágenes que circulan se puede ver al hispano en una especie de traje blanco conocido como Tyvek®, que es la marca del fabricante de materiales de protección DuPont™. 

“Ahora que incluso la cantidad más pequeña de evidencia biométrica puede afectar un enjuiciamiento, la prevención de la contaminación de la escena del crimen por parte de los recolectores de evidencia es fundamental para que la cadena de evidencia se mantenga en la corte”, se lee en la página web de la compañía.

Eso significa que los investigadores no solo buscan preservar evidencia de fluidos corporales, también necesitan protección al estar expuestos a sangre, saliva, semen y otros fluidos.  

El overol blanco suele ser un atuendo común de lo que se conoce como ‘Perp Walk’ o caminata del perpetrador, una práctica que no está exenta de controversia. La aveces llamada la alfombra azul de la policía se hizo común en la década de 1930, cuando la nueva tecnología de cámaras y los flashes marcaron el comienzo de la era dorada del fotoperiodismo. 

Pero en 2019, el Concejo Municipal planteó prohibir el desfile de los sospechosos esposados ​​ante los medios de comunicación.

El exconsejal demócrata de Queens, Daniel Dromm, pedía prohibir a los policías escoltar a un sospechoso “a un lugar público en un momento determinado o de una manera particular con el propósito de permitir que el arrestado, acusado o sospechoso sea fotografiado o filmado para la beneficio de los medios”.

Dromm planteó para entonces que las caminatas “podrían perjudicar a un jurado a favor o en contra de un acusado”.

Sin embargo, a menudo los reporteros pueden averiguar dónde se encuentra detenido un sospechoso basándose en dónde se cometió el delito. La Policía de Nueva York señaló que la legislación habría llevado al arresto y acusación de los oficiales ​​por el solo hecho de que las cámaras de noticias pudieran grabar videos de los sospechosos al entrar o salir de un cuartel. Como era de esperarse, el proyecto de ley no prosperó.

La caminata del perpetrador es un elemento básico del sistema de aplicación de la ley en todo el país, pero en especial en la Ciudad de Nueva York, donde la práctica aumentó en popularidad en la década de 1980 bajo la dirección del fiscal federal Rudolph Giuliani, cuando los delincuentes de cuello blanco eran perseguidos con severidad.

Aunque el origen no está claro, la caminata del perpetrador fue popularizada por J. Edgar Hoover para afianzar la imagen pública del Buró Federal de Investigaciones.  

En Nueva York, se han presentado varias objeciones sustanciales, entre ellas el caso Lauro v. Charles (2000), en la que la Corte de Apelaciones del Segundo Circuito dictaminó que las caminatas organizadas en beneficio de la policía y los medios de comunicación constituían búsqueda e incautación ilegales bajo la Cuarta Enmienda.

Pero apenas dos años después, en el caso Caldarola v. County of Westchester, el mismo tribunal dictaminó que las caminatas pueden servir al público, que tiene derecho a saber quién es arrestado, así como brindar mayor transparencia con respecto a las prácticas de aplicación de la ley. Fue así que la práctica volvió a ser de dominio público.

Los detractores sostienen que estos casos deben ser analizados bajo un debido proceso, pues la caminata del perpetrador simboliza el castigo previo al juicio. Afirman que exhibir a un sospechoso puede influir en la percepción de la culpabilidad o inocencia de un sospechoso.

En la actualidad, al menos en Nueva York, no existen pautas judiciales respecto a la práctica, algo que sigue siendo una laguna del sistema de justicia.

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