Sangriento Domingo de Resurrección en Sri Lanka tras ocho explosiones

Las autoridades de Sri Lanka revelaron que llegó a 290 el número de fallecidos por ocho explosiones que golpearon iglesias y hoteles el domingo, en el peor episodio de violencia en el país del sur de Asia desde el final de su guerra civil hace una década. La tragedia forzó al decreto de toque de queda y restricción del acceso a redes sociales. 

Al menos 32 extranjeros se encuentran entre los fallecidos y treinta más hospitalizados, detalló el presidente de la Autoridad de Desarrollo del Turismo de Sri Lanka, Kishu Gomas. Entre los muertos, anotó, hay nacionales de Bélgica, Estados Unidos, China y el Reino Unido, entre otros.

El portavoz de Policía de Sri Lanka anunció el arresto de 13 sospechosos de estar vinculados con los ataques, sin dar más detalles. Las autoridades impusieron además un toque de queda y realizaron una redada a las afueras de Colombo, donde se produjeron las últimas detonaciones.

Después de que la policía entrara en la localidad de Dematagoda se registraron al menos dos explosiones, al parecer cuando los ocupantes de una vivienda detonaron explosivos para evitar su arresto. La policía dijo que había al menos 500 heridos.

El ministro de Defensa, Ruwan Wijewardena, describió los ataques como terrorismo y los atribuyó a extremistas religiosos. El primer ministro, Ranil Wickremesinghe, expresó su temor a que la violencia pudiera desencadenar inestabilidad en el país y su economía.

Desde el final de los 26 años de guerra civil, en los que los Tigres de Tamil, un grupo rebelde insurgente de la minoría étnica tamil, buscaban la independencia de la mayoría budista de etnia sinhala, se han producido brotes esporádicos de violencia étnica y religiosa.

Pero la escala de los sucesos del domingo recordaba a los peores días de la guerra, en la que los Tigres de Tamil y otros grupos rebeldes atacaron el Banco Central, un centro comercial, un templo budista y hoteles populares entre los turistas. 

Nadie se ha atribuido la responsabilidad de las explosiones.

Las autoridades sospechaban que dos de las detonaciones eran obra de atacantes suicidas, indicó la fuente de seguridad, que habló bajo condición de anonimato porque no estaba autorizada a hablar con la prensa. Entre los muertos había feligreses y huéspedes de hotel.

Gobiernos de todo el mundo condenaron los ataques, y el papa Francisco incluyó una mención a la masacre al final de su mensaje tradicional del Domingo de Resurrección.

Las seis primeras explosiones ocurrieron de forma simultánea hacia las 08:45 a.m. (hora local)  en tres hoteles de lujo en Colombo y también en una iglesia de la capital, otra en Katana, en el oeste del país, y la tercera en la oriental ciudad de Batticaloa.

Los trabajadores locales del sector turístico estaban conmocionados por los ataques. “Después de tantos años hemos empezado otra vez”, dijo Gamini Francis, empleado de un hotel. “Mucha gente va a perder su trabajo. Estoy un 100% seguro. Gente loca matando a gente inocente”.

Los tres hoteles y una de las iglesias, el Santuario de San Antonio, en Colombo, eran frecuentados por turistas extranjeros. Imágenes de televisión mostraban daños en los hoteles Cinnamon Grand, Shangri-La y Kingsbury.

El restaurante en la segunda planta del Shangri-La parecía destrozado por la explosión, con el techo y las ventanas reventados. Se veían cables sueltos colgando y mesas volcadas en el local, que quedó teñido de negro.

Además, la explosión arrancó el tejado, las puertas y las ventanas de la iglesia de San Sebastián. Imágenes de televisión del lugar mostraban a gente cargando a los heridos entre bancos manchados de sangre.

Horas más tarde se registraron otras dos explosiones a las afueras de la capital, según el brigada Atapattu, portavoz del Ejército de Sri Lanka. Una de las detonaciones ocurrió en una casa de huéspedes de Dehiwala, donde murieron al menos dos personas. La octava fue en Dematagoda, a las afueras de Colombo

Las fuerzas de seguridad de Sri Lanka derrotaron en 2009 a los rebeldes Tigres de Tamil, que habían luchado para labrar un estado independiente para la minoría étnica tamil. Naciones Unidas estima que unas 100,000 personas murieron en los 26 años de conflicto, aunque un comité de expertos dijo más tarde que solo en los últimos meses de violencia habían muerto unos 45,000 tamiles.

Tanto las tropas del gobierno como los Tigres de Tamil fueron acusados de graves violaciones de los derechos humanos.

Los ataques contra minorías religiosas en la isla se han venido repitiendo en el pasado, los últimos de relevancia en 2018, cuando el Gobierno tuvo que declarar el estado de emergencia después de se produjeran enfrentamientos entre musulmanes y cingaleses budistas con dos muertos y decenas de detenidos.

En Sri Lanka, la población cristiana representa el 7%, mientras que los budistas son cerca del 70%, los hinduistas son el 15 % y los musulmanes el 11 %.

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