NUEVA YORK - Una comunidad donde los residentes se unieron con tablas de surf y kayaks para rescatar a los vecinos de las inundaciones y los incendios. Una historia de supervivencia en un garaje de un suburbio. Una estatua religiosa que se mantuvo firme.
El lunes se conmomeró el sexto aniversario de cuando la supertormenta Sandy azotó el área metropolitana más poblada de la nación. Cuando todo terminó, el monstruo meteorológico creado por un antiguo huracán que se fusionó con otros sistemas climáticos dejó al menos 182 personas muertas desde el Caribe hacia el noreste y un rastro de decenas de miles de millones de dólares en daños.
También dejó historias e imágenes de unidad y fortaleza.
The Associated Press revisó algunas de esas historias y exploró la situación a seis años de la tormenta.
LA FE EN CADA UNO
El desastre ocurrió en la oscuridad de la noche en Belle Harbor y los residentes sabían que no podían esperar por ayuda.
La marea de la supertormenta Sandy inundó la comunidad, que se asienta en la estrecha península Rockaway de la ciudad de Nueva York y produjo un incendio eléctrico que se extendió a más de una docena de hogares. No había manera de que los camiones de bomberos llegaran al área, donde muchas personas no habían prestado atención a las órdenes de evacuación.
Así que los residentes de Belle Harbour se dispusieron a rescatarse unos a otros.
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Sin luz, la gente se puso botas y pantalones de pesca y usó sus kayaks y tablas de surf para transportar a vecinos a un terreno más alto por las frías aguas de inundaciones de 4 pies. Otros formaron una cadena humana para asegurar que nadie fuera arrastrado.
Después de que llegara el amanecer, se sabría que se perdieron algunas vidas. Dos residentes de Belle Harbour se ahogaron en sótanos.
Pero la cohesión de la comunidad sobrevivió, dice Tommy Woods, quien usó su tabla de surf y un kayak para rescatar a su familia y a más de 25 vecinos mientras su propia casa se quemaba.
Woods, un teniente del FDNY, recibió una medalla por sus acciones fuera de servicio esa noche.
A pesar de la dura experiencia de Belle Harbor, no dudó en reconstruir su hogar y regresar.
"La gente es maravillosa", explicó.
Seis años después, la mayoría de los residentes se han quedado. Las casas han sido restauradas y Sandy condujo a un nuevo servicio de ferry y un paseo marítimo reconstruido.
"Si paseas por allí un día, verás personas que tienen fe en sí mismas y confian unas a otras. Creen en su comunidad", dijo el residente Thomas Buell, uno de los rescatistas de kayak.
'AYUDAMOS A MUCHAS PERSONAS'
George Kasimos no perdió tiempo en empezar a reconstruir su casa inundada a orillas del río Toms. Usando las habilidades que desarrolló a lo largo de décadas en el sector inmobiliario, casi terminó su nuevo hogar en cuatro meses.
Luego, la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias reveló nuevos estándares de seguro contra inundaciones que terminó clasificando decenas de hogares como sitios de riesgo, lo que aumentó los costos de los seguros a menos que los propietarios hicieran mejoras importantes, que generalmente incluían elevar sus casas.
Kasimos recuerda que su factura anual de seguro contra inundaciones aumentó de $1,000 a $30,000.
El hombre comenzó a investigar los códigos de construcción y las regulaciones de seguros, algo que le quitó el sueño.
Sintiendo que no estaba obteniendo información precisa, Kasimos comenzó un grupo de Facebook llamado Stop FEMA Now para compartir información sobre las reglas de reconstrucción.
Pronto, varios cientos de personas asistieron a las reuniones del grupo, que ahora cuenta con 50,000 miembros en 30 estados.
Llamó la atención de los funcionarios federales y FEMA finalmente redujo las nuevas reglas de seguro contra inundaciones. Aunque muchos analistas creen que el sistema actual es insostenible sin grandes cambios, han demostrado ser políticamente difíciles de implementar.
"Siento que ayudamos a mucha gente, pero todavía hay muchos problemas en curso en materia de reconstrucción y seguros, especialmente en lugares que se han visto afectados por huracanes", dijo Kasimos. "Esa es una gran razón por la que este grupo todavía existe".
Kasimos, mientras tanto, levantó su casa, tan alto que instaló un elevador para que las rodillas de los visitantes pudieran descansar de las empinadas escaleras.
UNA SUPERTORMENTA Y UN MARATÓN
Lance Svendsen estaba listo para correr su primer maratón, en memoria de un tío aficionado.
Pero cuando faltaban aproximadamente 36 horas, el maratón de la ciudad de Nueva York fue cancelado ya que la ciudad enfrentaba las consecuencias de la supertormenta cuatro días antes.
No dispuestos a renunciar a la actividad deportiva que organizaron en nombre de una caridad, Svendsen y un amigo dijeron: "Vamos a correr de todos modos".
En Facebook, Svendsen invitó a otros corredores a unirse a su maratón para hacer sus propios 26.2 millas alrededor de Central Park y traer donaciones para el alivio de Sandy.
Pensó que podrían aparecer unas pocas docenas de personas. Miles lo hicieron.
La línea de meta se convirtió en un punto de partida para Svendsen, quien ahora ha entremezclado el correr con con su vida y trabajo como director de ministerio juvenil en la iglesia no denominacional Stanwich en Greenwich, Connecticut.
Svendsen es presidente de la Fundación RunAnyway, que recauda dinero mediante carreras de caridad y aprovecha su energía para llevar a niños enfermos a hospitales desde remotas aldeas de montañas guatemaltecas.
Después de que su primer maratón oficial se convirtiera en horror en Boston en 2013, ya que estaba a una cuadra del atentado en la línea de meta que mató a tres personas, comenzó a escribir un libro sobre el papel que tuvo el correr en su vida. Su objetivo es publicarlo en diciembre.
"Todo comenzó porque el huracán Sandy ocurrió y se canceló un maratón", dice. "Era casi como si Dios estuviera diciendo: 'Bueno, vas a seguir haciendo esto'".
‘NOS OCUPAREMOS DE ELLO'
"El lugar equivocado en el momento equivocado", dice Linda Ripke, "es absolutamente donde estaba".
El lugar era su garaje de Long Island y fue el momento en que un gran roble se derrumbó durante Sandy.
Ripke entró corriendo en el garaje después de tratar de ayudar a su esposo a asegurar los artículos que se dispersaron en su patio cuando un cobertizo fue llevado con el fuerte aire.
Entonces escuchó un ruido y el techo se desplomó. Ella sabía que tenía que salir, pero el árbol caído bloqueó la puerta.
Sin embargo, algunos objetos sencillos, una escalera, una mesa de patio con sillas — unas encimas de otras — sostenían la esquina del garaje donde estaba Ripke y afortunadamente escapó ilesa.
"Al principio estaba muy asustada", recuerda. "Pero al día siguiente me sentí muy afortunada", añadió.
Linda Ripke, una técnica de laboratorio de un hospital, y su pareja, un empleado de correos, han reconstruido su hogar.
Ella sigue de cerca las tormentas que se aproximan, simpatiza con los informes de noticias de árboles que caen sobre hogares y enfatiza que otros habitantes de Long Island sufrieron peores experiencias durante Sandy.
Comenta que su experiencia aterradora la dejó "más segura, en el sentido de que, sin importar lo que suceda, nos ocuparemos de lo que se debe cuidar y seguir adelante".
'SIÉNTATE Y CÁLLATE'
El ex gobernador de Nueva Jersey, Chris Christie, le dijo a Jim Keady que se "sentara y se callara" sobre la recuperación de Sandy. Cuatro años después, Keady sigue de pie y sigue hablando.
Christie estaba hablando en una calle de Belmar en el segundo aniversario de Sandy cuando criticó a Keady, quien se encontraba entre los manifestantes con carteles que denunciaban el ritmo de la ayuda por la tormenta. Entonces Keady comenzó a hablar sobre el discurso de Christie. Y el famoso gobernador republicano combativo le dijo a Keady que "se sentara y se callara".
"Debido a que tenía la verdad de mi lado, y no iba a dejar que me intimidara, él estalló", dijo Keady, un demócrata que posee una taberna en Waretown.
Christie sigue orgulloso de su trabajo de recuperación en relación con Sandy, y su portavoz Megan Fielder dijo esta semana que "el señor Keady sigue siendo hoy en día lo que era ese día en Belmar: un sábelo nada". Añadió que "los votantes lo han confirmado" en las ofertas fallidas de Keady para el Consejo de la Ciudad de Asbury Park, la Asamblea estatal y las nominaciones demócratas para el Congreso durante los últimos cinco años.
Keady califica sus pérdidas electorales ante la dificultad de postularse como demócrata en un área altamente republicana. Planea permanecer involucrado en la política, aunque dice que ahora podría involucrar la construcción de partidos y ayudar a otros candidatos a ser elegidos.
LA MADONNA DE BREEZY POINT
Una impactante escena devastadora se convirtió en una de las imágenes más poderosas de Sandy: una estatua de la Virgen María que permaneció ilesa por encima del paisaje quemado de Breezy Point, una comunidad donde se inundaron cerca de 220 casas y un gran incendio eléctrico irrumpió, destruyendo otras 130.
Regina Shannon Bodnar, a ochocientos kilómetros de distancia, en el suburbio de Baltimore, vio la foto en línea del fotógrafo del Associated Press Frank Franklin II y supo al instante: la casa que había pertenecido a su familia desde 1929 había desaparecido.
Durante su infancia en el Bronx, Bodnar apreciaba veranos entre las calles arenosas de Breezy Point. Más tarde se convirtió en un refugio de fin de semana después de que heredara la casa en 2006 de una tía, que había colocado la estatua en el patio para expresar su devoción a la Virgen María.
Con oraciones, flores, velas y notas reunidas alrededor de la escultura después de Sandy, Bodnar reconoció que la estatua había adquirido un nuevo significado. Y cuando alguien la movió al otro lado de la calle en medio de la limpieza, decidió que necesitaba un hogar más seguro.
Hoy en día, "Breezy Point Madonna" se encuentra afuera de la cercana iglesia católica St. Edmund.
"Ella refleja Breezy Point ... que tan llena de fe es, qué tan orientada a la familia es", dice Bodnar, quien dirige un hospicio en Maryland y resulta ser un juez certificado de la barbacoa.
Bodnar y su esposo finalmente reconstruyeron su casa, pero los costos de seguro y otros factores llevaron a una decisión dolorosa de vender esta primavera.
Los amigos preguntaron si Bodnar tomaría la estatua. Ella ni siquiera lo consideró.
"Breezy Point", dice Bodnar, "es donde ella pertenece".