“No me dejen morir por dinero”, clama joven enferma

NUEVA YORK – El donante de riñón que ha esperado por años la joven Pamela Moya reavivó la esperanza de prolongar su existencia y el deseo de continuar su batalla contra la deficiencia renal crónica que la ha mantenido postrada; sin embargo, el regalo precioso de vida se ha tornado agridulce ante la falta de dinero para costear el trasplante.

“No me dejen morir por poco dinero”, exclamó la joven enferma durante una entrevista con nuestra cadena aliada Telenoticias.

Moya, de 29 años, encontró el donante que podría devolverle la oportunidad de una vida digna, libre de dolor y la oportunidad de comenzar de nuevo, pero teme que la pobreza de su familia termine por convertirse en su condena de muerte.

La joven, una residente de San Francisco de Macorís, narró con profunda tristeza que, mientras su vida se apaga, tiene que buscar la forma de conseguir dinero para acudir a sus citas médicas y costear al proceso de hemodiálisis que le permite sobrevivir.

Según las estadísticas del Instituto Nacional de Coordinación de Trasplante (INCORT) de la República Dominicana, en la última década se han realizado al años entre 50 a 55 trasplantes de riñón y seis de hígado. Los órganos provienen de donantes vivos y fallecidos.

La agencia calcula que se han realizado unos 1,008 trasplantes renales desde el inicio de su programa en 1972.

Un trasplante de riñón en Quisqueya puede costar unos 800 mil pesos dominicanos (un poco más de $16,000 dólares), más unos 200 mil pesos (un poco más de $4,000 dólares) de cuidado posoperatorio, estudios y medicamentos para evitar el rechazo del órgano.

Para pacientes como Moya, cubrir el costo es imposible, por lo que dependen de donaciones y la ayuda del sistema de salud público.

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