Acusan de tener “amnesia” a funcionaria interrogada sobre Trump

La jefa de Seguridad Nacional dijo no recordar que el presidente haya dicho "países de mierda".

Los republicanos pasaron apuros el martes para dejar clara su versión de los hechos, y la secretaria de Seguridad Nacional se convirtió en la más reciente funcionaria del partido en ofrecer un recuento incierto de un encuentro en la Casa Blanca en el que, presumiblemente, Trump utilizó lenguaje vulgar que fue percibido como racista.

Los demócratas acusaron a los republicanos de padecer amnesia selectiva, después de que Kirstjen Nielsen testificó bajo juramento que “no escuchó” a Trump utilizar una palabra soez para describir a los países africanos. “Era una reunión de 12 personas. Había mucha gente hablando”, explicó durante su audiencia ante el Congreso, en la cual no “disputó que el presidente utilizaba lenguaje fuerte”.

Durante el persistente interrogatorio, Nielsen dijo que no recordaba el lenguaje específico que utilizó el mandatario.

“Sinceramente, lo que me dejó asombrada, y estoy seguro que a ustedes también, fue el lenguaje soez que prácticamente todos utilizaban en esa habitación”.

El senador Cory Booker criticó los comentarios de Nielsen, y le dijo durante la audiencia de la Comisión de Asuntos Judiciales del Senado: “Su silencio y su amnesia son cómplices”.

Las declaraciones de Nielsen se dan tres días después de que se desencadenara una avalancha de críticas por los comentarios del presidente.

La Casa Blanca no ha disputado de manera sustancial las versiones del episodio, en el que se dice que Trump utilizó el término “de mierda” para describir a algunas naciones africanas. Las revelaciones, las negaciones a medias y las declaraciones subsecuentes han oscurecido la agenda legislativa de la Casa Blanca, han acercado al país al borde de una parálisis presupuestaria y generado indignación en la comunidad internacional.

Y con las elecciones parlamentarias en el horizonte, existen nuevos temores entre los republicanos que ya mostraban ansiedad por el clima político en noviembre, y por las impredecibles acciones de Trump.

Funcionarios del gobierno y legisladores pasaron el fin de semana feriado debatiendo cuál fue exactamente la palabra que utilizó el presidente, y actuaron para proyectar el encuentro del jueves pasado en la Casa Blanca como situación tensa en la que las groserías se dirigieron en todas direcciones.

La Casa Blanca señaló que Trump no tiene intención de ofrecer una disculpa.

“El presidente no ha dicho que no utilizó palabras fuertes, y este es un tema importante”, dijo la secretaria de prensa Sarah Sanders. “Es apasionado al respecto y no se disculpará por intentar arreglar nuestro sistema de inmigración”.

Existe un debate interno en la Casa Blanca sobre si Trump dijo “shithole” o “shithouse” (que literalmente significarían “cloaca” y “letrina”, respectivamente, aunque figurativamente ambas serían ofensivas y harían referencia a un lugar sucio y desagradable). Una persona que asistió a la reunión dijo a los colaboradores que escucharon esta última, mientras que otros recuerdan que el presidente dijo “shithole”, tal como se ha informado ampliamente, según una persona informada sobre las reuniones pero no autorizada a hablar públicamente sobre ellas.

Trump no ha aclarado a sus colaboradores qué fue lo que dijo exactamente, pero sostuvo ante los periodistas en Florida el domingo por la noche que las declaraciones que se le atribuyen “no fueron hechas”.

Un confidente de Trump dijo a The Associated Press que el presidente pasó la tarde del jueves llamando a amigos y asesores externos para juzgar sus reacciones a las declaraciones. Trump no se disculpó y negó que fuera racista, de acuerdo al confidente, quien habló bajo condición de anonimato debido a que no tenía autorizado revelar una conversación privada.

Funcionarios de la Casa Blanca han intentado aclarar lo sucedido durante un periodo de dos horas el jueves, en el que Trump pasó de solicitar un informe sobre posibles avances migratorios, a rechazar de manera gráfica el pacto que habían alcanzado el senador republicano Lindsey Graham y su contraparte demócrata, Dick Durbin. El jefe de despacho John Kelly telefoneó a Trump desde el Capitolio para aconsejarle que rechazara la propuesta, y el mandatario citó a los negociadores conservadores republicanos para ayudar a presentar un frente unido en contra de la medida, que habría brindado algunos fondos para protección fronteriza y otorgaría protección contra la deportación a los inmigrantes que fueron traídos al país durante su infancia y que ahora viven en Estados Unidos con estatus ilegal.

Un alto funcionario de la Casa Blanca dijo que Trump no ve como un aliado en el asunto a Graham, un republicano que desde hace tiempo ha intentado aliarse con los demócratas para una legislación migratoria.

Durante la audiencia del martes, Graham dijo que Trump expresó disposición para un acuerdo migratorio, solo para cambiar de parecer unas horas más tarde.

“Creo que alguien le dio un muy mal consejo entre las 10 y las 12 del día del jueves”, comentó Graham.

Cuando se le preguntó sobre Kelly, el republicano por Carolina del Sur dijo que el jefe de despacho “es un buen tipo, pero es parte del personal”.

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