Madre hispana no es invitada a reunión con Trump

NUEVA YORK – En septiembre de 2016, el Departamento de Policía de Suffolk confirmó el hallazgo de los restos de Miguel García Moran, de 15 años, quien había estado desaparecido por unos siete meses.

El cadáver del adolescente fue localizado en una zona boscosa de Brentwood, Long Island en las inmediaciones de Emjay Boulevard y al norte de los rieles del Long Island Rail Road.

Miguel fue desenterrado muy cerca de donde se encontró el cuerpo de Oscar Acosta, de 19 años, quien también había estado desaparecido por meses.

Para Carlota Morales, madre de Miguel, el hallazgo del cuerpo de su hijo cerró un doloroso capitulo, el de la desesperada búsqueda.

El horror sobrevino cuando la uniformada le comunicó que Miguel fue blanco de una brutal ataque de la sangrienta Mara Salvatrucha o MS-13. Para entonces, Brentwood se convirtió foco de interés nacional por la violencia de pandillas, que dejó una estela de jóvenes desaparecidos y asesinados a punta de machete, entre ellos a las amigas Kayla Cuevas y Nisa Mickens.

Las familias de Cuevas y Mickens fueron las únicas invitadas al encuentro con el presidente Donald Trump en su segunda visita a Long Island para hablar de la guerra contra la MS-13.

“Que uno viene a este país, imagínese, haciendo tantas cosas para poder traer a nuestros hijos y para que ellos vayan a la escuela a coger educación y en las propias escuelas están los delincuentes. La gente que hace tanta maldad”, expresó Carlota con el rostro empapado de lágrimas.

Estas fueron las palabras la madre deseaba expresar cara a cara con el presidente durante el foro que celebró junto a funcionaros electos y agencias del orden en el condado de Nassau, pero no fue invitada.

Carlota esperaba ser escuchada para clamar justicia por Miguel, pues hasta ahora no hay justicia, denunció.

El presidente Trump pidió al Congreso que cierre lo que llama “huecos en el sistema migratorio”, que presuntamente permiten que delincuentes permanezcan en el país.

Pero los defensores de los inmigrantes cuestionaron la política impulsada por el mandatario y opinaron que estaría utilizando la tragedia que viven decenas de familias aquí para empujar punitivas normas migratorias.

“Desde que el presidente vino aquí a Long Island (en julio del año pasado) hemos visto más de 300 arrestos. En su mayoría niños varones y padres de familia. Muchos de ellos inocentes con evidencia falsa que han sido puestos hasta en encarcelamiento oscuro y sin contacto social por meses. En cierta manera siendo torturados por cosas que no han cometido”, sentenció Walter Barrientos, un organizador de Se Hace Camino Nueva York.

En medio de los operativos de agentes de inmigración, los padres de las víctimas de la MS-13 esperan que sus ruegos de justicia sean escuchados y que sus comunidades no sean castigadas.

“Nosotros sabemos lo que el presidente Trump ha hecho de Long Island, ha hecho de estos condados su símbolo antiinmigrante, su símbolo de criminalizar una comunidad indefensa que solo viene aquí a trabajar, utilizando a unos pocos que cometen crímenes para poder ir detrás de todos los inocentes”, dijo Ángel Reyes, un residente de Nassau que se ha unido al clamor de madre como Carlota.

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