Piden regulaciones para porristas

CHICAGO - Echar porras no es sólo saltar y mover pompones. Se ha convertido en una actividad tan atlética y potencialmente peligrosa como un deporte, y debe ser designada como tal para aumentar la seguridad de sus practicantes, de acuerdo con la principal asociación pediátrica de Estados Unidos.

El número de porristas que se lesionan cada año ha crecido marcadamente en las últimas dos décadas. Las acrobacias comunes que representan riesgos son los lanzamientos de porristas al aire y la formación de pirámides humanas que llegan a superar los 15 pies de altura.

En una declaración difundida el lunes en la revista Pediatrics (Pediatría), la Asociación Estadounidense de Pediatría dijo que las entidades deportivas escolares deben designar la animación como un deporte, y someterla a reglas de seguridad y mayor supervisión, lo cual incluiría preparadores físicos presentes, límites al tiempo de práctica y entrenadores más calificados.

Al igual que con otros atletas, a los porristas deben exigírseles que hagan ejercicios de acondicionamiento y que se sometan a exámenes médicos antes de unirse a las escuadras de animación, de acuerdo con la nueva política.

"No todo el mundo comprende cómo ha evolucionado la animación en las últimas dos décadas. Solía ser un acompañamiento al lado de las canchas, animar y quizá dar unos pocos saltos", dijo la doctora Cynthia LaBella, especialista en medicina deportiva en el Hospital Infantil Lurie de Chicago, y autora de la nueva política.

Pero, dijo, esta actividad causa con frecuencia heridas como esguinces, fracturas, lesiones de cuello y conmociones cerebrales.

El año pasado hubo casi 37,000 visitas a las salas de emergencias de porristas lesionadas entre muchachas de 6 a 22 años, según las estadísticas de la Comisión de Seguridad de Productos de los Consumidores. Fue cuatro veces más que en 1980, cuando la animación era mucho más modesta.

Aunque sigue habiendo escuadras tradicionales de porristas que respaldan a los equipos deportivos de las escuelas de enseñanza superior, algunos centros docentes y clubes privados cuentan con equipos separados de porristas que compiten con otras escuadras.

Kali Wald sufrió una grave luxación el año pasado durante un ejercicio de rutina con el equipo de competición de su escuela de enseñanza superior; sus compañeros la lanzaron al aire pero cayó mal dos veces, primero en la parte superior de la espalda y cuello, y luego en la cabeza. Se desmayó varios minutos.

Su padre, Dave Wald, dijo que sus entrenadores no se dieron cuenta de que estaba gravemente herida y nunca pidieron una ambulancia. Sigue padeciendo amnesias temporales y no asiste a la escuela a tiempo completo debido a los mareos, dolores de cabeza y otras secuelas.

Kali, de 18 años, cree que la animación debería ser considerada un deporte y que debería practicarse con mayores medidas de seguridad.

Su padre concuerda, y recalcó que hace falta mayor comprensión sobre los rigores del echar porras y sus potenciales riesgos.

Las lesiones han aumentado al hacerse más popular la animación. Diversas estadísticas sugieren que hay más de 3 millones de porristas en todo Estados Unidos de 6 años o más, en su mayor parte chicas. Entre ellas figuran unas 400,000 en secundaria, según las cifras mencionadas por la nueva política.

Aunque la tasa general de lesiones en animadoras de secundaria es menor que en otros deportes practicados en categoría femenil, como gimnasia, futbol y hockey, la tasa de heridas graves, como fracturas de cráneo y lesiones paralizantes en la columna vertebral es mayor, señaló la academia.

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