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Mónica Quinteros: Ecuador Femenina

Mónica Quinteros: Ecuador Femenina

Y pensar que estuvo a punto de dejar el fútbol a principios de 2014... Luego de marcar más de 20 goles con su club, la ecuatoriana Mónica Quinteros entendió que había tocado techo. Sin la posibilidad de convertir su pasión en un medio de vida, debía darle prioridad a su trabajo como Profesora de Cultura Física en Guayaquil...

Si bien la convencieron de seguir y combinó sus obligaciones laborales con la selección mayor, todo pareció desmoronarse al llegar la etapa final de la preparación para la Copa América Femenina que iba a jugarse en su país: dos meses en Quito lejos de sus alumnos era demasiado tiempo. No la autorizaron. Se esfumaba su gran sueño: jugar alguna vez la Copa Mundial Femenina de la FIFA.

Pero sus compañeras terminaron terceras, se ganaron el derecho a una repesca contra Trinidad y Tobago y la entrenadora Vanessa Arauz volvió a contar con ella, dándole medio tiempo en el duelo de ida (0-0) y la titularidad en el encuentro de vuelta. Ella respondió con el gol que, al minuto 90+1', le dio a Ecuador la histórica clasificación para Canadá 2015.

"Antes del partido Vane me dijo: 'Es tu momento, ve y concreta tu sueño'", rememora Quinteros para FIFA.com. "Recuerdo como si fuera hoy el balón lanzado desde la izquierda, el no creer que zagueras tan altas no lo rechazaran y como puse la cabeza... Hasta que el árbitro no marcó no lo grité, pero después no me acuerdo nada más", agrega con su habitual amplia sonrisa la delantera de 26 años.

Pasión tan genuina como precoz

El amor por el fútbol le llegó a Mónica vía materna... "Mi madre jugaba de joven y yo, desde los 6 o 7 años, la ayudaba con sus bolsos. Un día, como a los 10, jugué un partido con ella y me di cuenta que era mi pasión", confiesa esta simpatizante "de los Barcelona, del de acá y del de España".

A los 13 la descubrió Gary Estupiñán, quien es considerado el padre del fútbol femenino ecuatoriano. "Notó que era rápida y fuerte, pero sin técnica. Entonces, trabajó conmigo y me puso de delantera", narra Quinteros. Estupiñán la llevó a la selección juvenil. "Si le regalas dos o tres centímetros, ella se mete por una hendija y concreta sin dificultad", decía premonitoriamente.

Así, no extrañó que en 2003 jugara su primera eliminatoria para un Mundial de mayores antes de cumplir 14 años, y que un año más tarde empezar a anotar goles importantes, como aquel que significó la clasificación de Ecuador para la fase final del Campeonato Sudamericano Femenino Sub-19. Si bien no logró el boleto para el Mundial de Tailandia, Quintero ya había dejado su marca.

Prioridades y humildad, ante todo

Los goles no nublaron a Mónica. Con su primer sueldo como futbolista compró un electrodoméstico para su hogar. Había que colaborar en una familia de seis hermanos. Además, se topó con lesiones que hubieran hecho abandonar a más de uno. "Fractura de radio y cúbito del brazo izquierdo, clavícula, menisco... Pero veía a los hombres clasificando a los Mundiales y yo quería eso", recuerda la admiradora de Carlos Tenorio y Agustín Delgado.

Por eso estudió, logró su título universitario y comenzó a trabajar. Tanto sacrificio le permitió vivir sin rencor la Copa América en la distancia. "Me costó mucho llegar hasta aquí en el plano laboral, y no podía ponerlo en riesgo. Al fin y al cabo, es lo que me permite vivir. Además, no muchos creían que podíamos clasificar... Pero lo logramos y es momento de mirar hacia adelante".

Mónica recuerda risueñamente su regreso a clases. "Las autoridades, los otros profesores y los alumnos me hicieron un recibimiento muy lindo. Eso sí, todos me decían: 'Ahora no se agrande'. ¡Mire si por clasificar a un Mundial voy a volverme idiota!", exclama. Y si bien no estaba lista para la atención que generó, mira el aspecto positivo. "Varios alumnos me han dicho, 'Profe, quiero jugar un Mundial como usted'. Yo les respondo que no se logra de la noche a la mañana, que necesitan sacrificio, trabajo y voluntad".

Quinteros ahora aspira a estar en Canadá, donde "pasar la primera ronda sería todo un éxito". Después, probablemente, considerará nuevamente el retiro. Pase lo que pase, su cabezazo quedará en la historia como aquel de Iván Kaviedes, que le valió a Ecuador su primera Copa Mundial de la FIFA en Corea/Japón 2002. "Todavía no puedo pensarlo así", comienza a despedirse. "Quizás con el tiempo le dé otra dimensión. Ahora sólo espero cumplir mi sueño de jugar el Mundial".

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