El Papa bendice la navidad

CIUDAD DEL VATICANO - El papa Benedicto XVI encabezó el lunes la misa de Nochebuena en la Basílica de San Pedro con una pregunta acuciante: ¿Podrá la gente encontrar un espacio en sus vidas agitadas, para los niños, los emigrantes, los pobres y Dios? "Surge inevitablemente la pregunta sobre qué pasaría si María y José llamaran a mi puerta. ¿Habría lugar para ellos?", se preguntó el Papa en una basílica llena de turistas, italianos y otros creyentes. "Así que la gran cuestión moral de lo que sucede entre nosotros a propósito de los prófugos, los refugiados, los emigrantes, alcanza un sentido más fundamental aún: ¿Tenemos un puesto para Dios cuando él trata de entrar en nosotros?", agregó. "¿Tenemos tiempo y espacio para él? ¿No es precisamente a Dios mismo al que rechazamos? Y así se comienza porque no tenemos tiempo para él", dijo Benedicto XVI. "Estamos completamente `llenos' de nosotros mismos, de modo que ya no queda espacio alguno para Dios, y por eso, tampoco queda espacio para los otros, para los niños, los pobres, los extranjeros. A partir de la sencilla palabra sobre la falta de sitio en la posada, podemos darnos cuenta de lo necesaria que es la exhortación de San Pablo: `Transformaos por la renovación de la mente'", aseguró. La ceremonia inició a las 10 p.m. (2100 GMT), en lugar del comienzo tradicional, a la medianoche. El horario fue cambiado en el Vaticano hace años para permitir al pontífice descansar antes de realizar un discurso de Navidad horas después desde el balcón central de la basílica. Anunciado por el sonido de trompetas, el Papa ingresó a la Basílica. Un sonriente Benedicto, con vestimenta dorada, saludó a peregrinos que le tomaban fotografías y a feligreses que aplaudían mientras se deslizaba sobre una plataforma guiada por asistentes con guantes blancos por el pasillo central hacia el ornamentado altar principal de la enorme basílica. La plataforma es utilizada para que guarde energías el Papa de 85 años de edad. Mientras el coro de hombres cantaba, Benedicto XVI rociaba incienso alrededor del altar, y deseaba a los fieles paz, en latín. Unas horas antes de la misa, el pontífice encendió un cirio navideño de paz y lo colocó en la repisa de la ventana de su estudio con vista a la Plaza de San Pedro.

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