Lo que no sabías del agresor de Giffords

PHOENIX - Casi todos quienes se cruzaron con Jared Loughner durante el año que precedió a su ataque a balazos contra la entonces legisladora de Arizona Gabrielle Giffords, pudieron ver a un hombre que se iba tornando, día a día, más desquiciado y delirante.

Lo despidieron de su trabajo en una tienda de ropa y lo expulsaron de la universidad, se afeitó la cabeza y se tatuó dibujos de balas en un hombro. Un día se presentó en el apartamento de un amigo de la infancia con una pistola Glock de 9 milímetros, alegando que la necesitaba para "protegerse en su casa". Hizo comentarios nefastos sobre el gobierno y según un conocido, parecía estar al borde del suicidio.

"Lo eché de mi casa porque me mostró el arma", dijo Anthony George Kuck, quien lo conocía desde la escuela preescolar.

La caída de Loughner en la locura tocó fondo el 8 de enero de 2011. Horas antes del ataque, el hombre se puso a llorar cuando un agente lo detuvo por pasarse la luz en un semáforo. Llegó a una gasolinera y le pidió al dependiente que le llamara un taxi mientras se paseaba nerviosamente por el establecimiento y hacía varios viajes al baño.

Mientras miraba ansiosamente a un reloj de pared, murmuró: "Nueve y veinticinco. Aún me queda tiempo".

Unos 45 minutos después, la congresista Giffords yacía en un charco de sangre sobre la vereda junto a otras 11 personas que resultaron heridas. Otras seis personas murieron.

La información sobre el estado mental de Loughner y el hecho de que nadie hizo mucho para brindarle ayuda emergieron como un factor central en casi las 2.700 páginas de documentos de investigación divulgados el miércoles. Sin embargo, no había nada que indicara por qué eligió a Giffords como blanco.

Los documentos brindaron asimismo una mirada inicial a la familia de Loughner y de sus padres, quienes lidiaban con un hijo con quien era casi imposible comunicarse.

"Traté de hablar con él, pero nadie podía. No nos dejaba", lamentó su padre Randy Loughner, en declaraciones a la Policía. "Estaba perdido y ya no quería comunicarse más conmigo", destacó.

Su madre, Amy Loughner, recordó haber escuchado cómo su hijo "sostenía conversaciones" mientras estaba solo en su cuarto, como si alguien estuviese con él.

Después que expulsaron a Loughner, los directivos del Pima Community College recomendaron a sus padres que lo sometieran a una evaluación mental, pero sus padres nunca siguieron el consejo.

Una declaración emitida por el grupo defensor de control de armas que inició la ex congresista Giffords con su esposo, señala: "Nada en la ley" actual hubiese impedido el ataque armado de Tucson.

Loughner, de 24 años, fue condenado en noviembre a cadena perpetua correspondiente a siete condenas consecutivas de vida, además de 140 años, después que se declaró culpable de 19 delitos federales.

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