Así fue la gran noche de Messi-Neymar

BARCELONA- Marcó tres, pero bien podrían haber sido seis y aún así habría parecido lo más normal del mundo. En Mestalla, escenario que quedará siempre marcado como la primera gran noche de la dupla Messi-Neymar, el argentino evaporó todo atisbo de tristeza y volvió a su feliz rutina, esa que con cinco goles le hace ser ya más 'pichichi' que nunca a estas alturas de Liga.
Apenas le ha bastado con disputar dos partidos en tres jornadas, pues descansó ante el Málaga por precaución. Dos tantos ante el Levante y tres más ante el Valencia -su vigésimo tercer triplete como azulgrana- sitúan a Messi como máximo artillero, camino de fulminar el récord goleador que él mismo ostenta, con 50 goles.
Es Messi contra Leo. Contra su propia leyenda. Como siempre, pero más que nunca por los desafíos a los que se enfrenta su equipo. Con tres dianas en tan solo cuarenta minutos, se encargó de disipar todas las sombras acerca de su estado físico, después de que unas molestias tras un golpe en el partido ante el Atlético de Madrid desempolvaran los temores de la funesta lesión del pasado curso.
El rosarino crece cada temporada y de nuevo volvió a superarse, haciendo fácil lo inalcanzable. Acumula ya un tanto más que en la tercera fecha de la Liga anterior, cuando logró dobletes ante Real Sociedad y Osasuna, pero se quedó sin marcar ante el Valencia. En las dos campaña anteriores, sumaba solo dos goles a estas alturas.
Solo los guantes del meta Diego Alves evitaron ayer que las cifras del argentino fueran aún más inverosímiles. Pero aún así no pudo impedir que Messi se marchara con una tripleta en la primera mitad, emulando así la gesta de Romario en el Vicente Calderón hace justo veinte años.
Pero las pinceladas de fútbol de dibujos animados las encarna hoy otro brasileño, Neymar Júnior, cuya sonrisa por fin tuvo el premio soñado. Y no se trata únicamente del gol, ese que el árbitro le hurtó al anularle un tanto legal por un fuera de juego inexistente.
"Quiero ayudar a Messi a que siga siendo el mejor", insistió el menudo brasileño en su presentación como azulgrana. De aquello hace precisamente dos meses, pero fue anoche cuando sus palabras cobraron más sentido que nunca, con una conexión entre ambos que funcionó a las mil maravillas, engrasada por el dinamismo cerebral de Cesc.
Si Leo había habilitado a Neymar en ese gol mal anulado, el brasileño se encargó de agradecérselo asistiéndole en el tercer tanto de la Pulga. Messi abrazó a Fàbregas en la celebración, pero rápidamente ambos se giraron y señalaron al otro componente de ese tridente llamado a encarnar el nuevo Barça del Tata Marino, donde el vértigo convive como virtud y defecto, como problema y solución.
Neymar y Messi, condenados a entenderse, como cuando el brasileño caramboleó con el balón entre sus pies, como si fuera el mejor de los trileros mareando a un grupo de turistas en plenas Ramblas de Barcelona, y cedió de tacón el balón a Messi entre el aturdimiento de los centrales, para que su disparo se perdiera por milímetros.
La adaptación del genio brasileño al estilo azulgrana se acelera, aunque parece seguir teniendo problemas para controlar sus arrebatos.
Azotado por los rivales prácticamente en cada balón que llega a sus pies, volvió a ser amonestado por una acción evitable en la que impidió que Joao Pereira sirviera de banda. Ya suma dos amarillas en Liga, además de otra más en la Supercopa de España.

Solo él tiene un tercio de las tarjetas de su equipo en el campeonato liguero, las mismas que Alves (2). Pero junto a Alexis, es también el azulgrana que más faltas ha recibido en Liga, nueve en total. Ahora busca hallar la pausa necesaria, sin dejar asimismo de avanzar a pasos agigantados para ser el mejor socio de Messi.

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